viernes, 25 de mayo de 2007

La victimización: un concepto anascópico

La victimización: un concepto anascópico

La victimización es un complejo proceso social donde la historia, el contexto social y los discursos ideológicos confluyen entorno a una persona en concreto: la víctima. La historia registra las etapas en que la injusta y súbita perpetración de la muerte o lesión de la integridad humana fue una construcción social que avanzó desde el orden de la naturaleza (hombre frente a sus depredadores), las víctimas-animales (de las hecatombes guerreras), los prisioneros sacrificiales o propiciatorios, hasta la moderna concepción de la “víctima humana”, donde adquirirá amplio significado (casi todo es victimal).
Será la contextualización sociológica que desentrañará -en mayor grado- la “victimización” como proceso social de segregación, marginalidad y vulnerabilidad, donde las leyes darwinianas son regla de cotejo vigente, en el sentido de que la elección de las víctimas es siempre desde ámbitos de los más débiles y desaventajados. Estos hechos sugieren que que la lectura jurídica de las víctimas debe ser desde la vigencia y eficacia de los derechos fundamentales.
En este proceso, las ideologías hacen su labor en el debate de qué es, no es y, también, qué conviene ocultar. Así habrá distintas lecturas y discursos desde diferentes disciplinas: victimología, sociología, psicología, derecho, criminología, filosofía, etc. Hay que decir, que estos discursos hoy en día continúan invisibilizando a las víctimas ya sea desde sus posiciones de poder, miopía o perspectiva. Desde el poder sólo se sigue buscando la legitimación de la institucionalidad bajo pretextos mediadores en nombre de las víctimas (paternalismo, justicia, etc; y, donde las víctimas son sinónimo de venganza). Desde la miopía porque la falencia de una adecuada metodología y profundidad de conocimiento no podrá desentrañar la verdadera dimensión de las víctimas. Finalmente, una inevitable desubicación hará que jamás se pueda comprender ni transmitir lo que realmente resulta ser una víctima, esta es la fatal desconexión entre lo político de la representación y lo social que es la expresión del dolor y sufrimiento de las víctimas.
Sucintamente podemos decir que la victimización como proceso grafica una institucionalidad adquirida por el contexto histórico y la cultura. Desde el hombre frente a sus depredadores hasta las victimas humanas e la Modernidad, habrá una institucionalización marcada hacia los débiles y desaventajados, base inconmovible que propiciará mayor intensidad de la victimización como iter o proceso concreto de victimación. Así también, será un proceso de segregación donde la construcción del "otro", en término de subordinación, victimizará inclusive sin llegar a una victimación concreta, pero donde el dolor y sufrimiento puede ser mayor que la propia muerte.
De este modo, la victimización como proceso grafica una representación sísmica: el epicentro será más agudo y por tanto más numeroso e intenso: la victimación concreta como resultado de propósitos de eliminación del otro indeseable (sea enemigo personal o institucional). Pero la victimización secundaria se confundirá con la victimación secundaria, revictimación, sobrevictimación (segunda victimación no principal, duplo victimación como en los delitos sexuales en el momento del proceso judicial o policial, sobredimensionamiento de la victimación por el victimismo, según sea el caso). Esta confusión sólo es aparente, porque la victimación secundaria se expresa en la realidad con resultados concretos de violencia en la integridad humana; mientras la victimización es un proceso encubierto pero eficaz en el control social, mediante el miedo opresor, sea impuesta por una persona en particular o por el mismo Estado. Aquí la victimización se manifiesta como un etiquetamiento de los más débiles y desaventajados. Finalmente, la victimización terciaria o difusa, es esa que aceptamos como normalidad de la convivencia humana, sin asumir una visión crítica del asunto; por ejemplo, asumir que los humanos no somos violentos (1).
Un estudio someramente serio, fácilmente desechará la existencia de víctimas-victimantes, víctimas ofensivas, voluntarias, participantes, propiciatorias, “cuasi natas”, falsas, etc. (2), que se arguye que existan, volcando parte de la culpabilidad hacia la propia víctima, para lo cual inclusive se erige una victimodogmática. Una víctima, conceptualmente, nunca podrá ser sino inocente. La propia teoría del delito advierte que estas proposiciones teorizantes no tengan asidero, en base a la teoría de la culpabilidad. En todo caso, echar culpa de lo que le pasó a la propia víctima, es por antonomasia victimización (además de victimación), pues se trata de controlar su capacidad de reacción, es el preciso momento en que se le hurta su representación, su derecho y autonomía de persona, dejándole su dolor y sufrimiento.

(1) ARENDT. Hannah. Sobre la violencia. Alianza, Madrid, 2005.
(2) Por todos: LANDROVE DIAZ, Gerardo.“La moderna Victimología”.Valencia, Tirant lo blanch, 1998, pág. 45 y ss.

2 comentarios:

Tula dijo...

Hola Ariel,

He incluido en mi blog un link al tuyo.

Saludos

MANUEL BERMÚDEZ TAPIA dijo...

Tanto el Derecho como el Estado en numerosas situaciones han usurpado el lugar de la víctima para desarrollar una legislación que pondere la defensa de lo colectivo frente al daño sufrido por un individuo. El desarrollo que Tapia, quiere plantear tiene legitimidad no sólo jurídica sino social, por cuanto la víctima es una victima no sólo de las circunstancias, sino tambien del olvido de todos.