lunes, 3 de septiembre de 2007

La gobernanza de las victimas

La gobernanza de las victimas
¿Modelo de política victimal?
Para abordar el análisis de la atención y solidaridad con la víctima en España conviene definir preliminarmente el término “gobernanza”. Tiene dos vertientes de procedencia: uno de ellos el que surge remozadamente del término “gobernación”, existente ya en Europa en el siglo XIX. Es el que existía en la ciencia política y derecho, que servía para denominar la acción de gobierno que se descentralizaba a las colonias. El término de uso europeo, sin embargo, ha sido recientemente acordado en el marco del proceso de integración y posicionamiento de la Unión Europea en el ámbito global. Así, ha sido incorporado a la nomenclatura oficial de la Comisión Europea detallado en el Libro Blanco, La Gobernanza Europea, entendiéndose por tal –según los servicios lingüísticos de la referida comisión- aquella que proviene del verbo griego kubernân (xuβερνάω, kubernáo) que significa pilotar o dirigir; el que ha derivado al Latín “gubernantia”, llega al castellano antiguo y al portugués –“governança”– desde el francés “gouvernance”. De manera que el término proviene directamente de la palabra latina “gubernatio”, que significa también acción de gobierno o de dirección. Empero su actual utilización -incluso por la Unión Europea-, tiene otros alcances que la acción de gobernar o de dirigir la actuación del Estado. Es una manera concreta de ejercer ese gobierno o gobernanza, en el sentido de abarcar no sólo las acciones del propio gobierno sino a las instituciones, personalidades y organizaciones de la sociedad civil. La palabra gobernanza surge así, pues, de su letargo histórico, del olvido más absoluto .
El otro fue acuñado en Norteamérica durante el último tercio del siglo XX, por las escuelas económicas como una palabra variante de la gobernabilidad, para referirse a las instituciones o entidades que, por diversas formas, han logrado una autosuficiencia de atención y reclamar mejoras de atención . Surgió para relacionar “poder” a las instituciones que actuaban como un gobierno, pero no llegaban a manifestarse públicamente como tal. Actualmente sigue relacionándose la gobernanza con organismos que están vinculados con instituciones políticas , pero que son ajenas a procesos de legitimación y control de sus actividades, por parte del Estado o la sociedad.
En España, según el diccionario de la Real Academia Española , gobernanza significa 1. f. Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía. A lo cual antepone como una forma anticuada de uso: 2. f. ant. Acción y efecto de gobernar o gobernarse.
De Manera que, el concepto de gobernanza comprende no sólo las acciones de gobierno que el Estado ejerce, mediante sus instituciones públicas y en todos los niveles; sino, también, a las acciones, intra e interacciones de una profusa red de redes sociales, de actores y ámbitos sociales de autogobierno existentes en los países y el mundo. De esta forma la acción de gobernar no sólo se reduce a dar órdenes ni poner orden; sino, hace amplia referencia a un nuevo modo de gestionar ese mar de actores y ámbitos; dirigir, coordinar, integrar, equilibrar esa red de redes, que actúan, intra-actúan e interactúan en diferentes niveles y ámbitos territoriales. Así, tenemos en la gobernanza un nuevo modelo de gestionar el gobierno; comprendiendo procesos y negociaciones disímiles antes que procedimientos jerarquizados.
El término gobernanzas ha avanzado mucho más de lo pensado . La gobernanza más conocida es la Unión Europea, por que sus decisiones son vinculantes a los Estado que la componen; en el mismo nivel, también se puede decir lo mismo del Consejo de Seguridad de la ONU. Asimismo, en similar sentido, están algunas ONGs, sindicatos, partidos políticos, que han avanzado y han adquirido esas connotaciones. Las características más definidas de las gobernanzas son:
1. Son entidades anónimas, individuales o colectivas, de quienes sólo sabemos de sus acciones. También actúan individualmente (caso Bill Gates o Soros, por ejemplo) sus acciones tienden al anonimato.
2. Buscan influir a la sociedad; los casos más ilustrativos son las feministas, los ecologistas y las víctimas del terrorismo.
3. Sus dirigentes y sus miembros directivos –en su mayor parte- no han sido ungidos mediante procesos democráticos internos.
4. Gozan de buena reputación o pretender dar esa imagen, por ejemplo el FMI o el Banco Mundial, que generalmente van ligados a la búsqueda de la prosperidad económica de los desventajados, aunque no sea visible su importante apoyo financiero a proyectos empresariales transnacionales.
5. Disponen de poder económico o, cuanto menos, de solvencia económica.
6. Están respaldadas por una imagen mediática, aparentando mucho prestigio e inmejorables intenciones.
7. Últimamente se han ido apropiando del espacio de la “sociedad civil” o cuanto menos se han convertido en sus interlocutores ante el Estado y la misma sociedad.
8. No están circunscritas al control ciudadano ni a los controles del Estado.
9. Actúan como gobiernos en los temas o circunscripciones donde están ubicadas, tienen la capacidad de ofrecer servicios públicos y/o bienes públicos; y a su vez, regulan el mercado con su presencia.
La gobernanza de la Unión Europea surgió -de la utopía a la realidad- de un mercado común. Su primigenio nombre fue de Comunidad Económica Europea (CEE); sin embargo, esta concertación mercantil tomó sutiles tintes de unión política, que inicialmente brotó como propaganda del Estado de Bienestar y el paraíso capitalista frente a la experiencia de la Unión Soviética y la jactancia norteamericana. El resultado final y vigente se expresa en la adopción de una moneda común: el Euro.
Sería minio reducir la experiencia europea a sólo el campo económico; pues, la alianza tiene ya matices de súper-Estado. Si no fuera por los acuerdos intergubernamentales sería una perfecta gobernanza; ya que no podemos negar la existencia de una poderosa organización, que no sólo impulsa las actividades de la unión ante el mundo, sino que también tiene decisiones vinculantes que ingiere en el orden interno de los países que la componen. Para algunos resulta un verdadero peligro para la democracia que eufemísticamente se afirma construir. Así lo afirma Habermas cuando revisa el escenario coyuntural de su tesis del Patriotismo Constitucional .
Y es que las decisiones de la Unión Europea no tiene respaldo de una opinión pública bien informada, ni de procesos de legitimación que una democracia supone, ni el control sobre los recursos que se administra, ni el sentido de responsabilidad de los actos que redundarán frente a la ciudadanía, entre otros aspectos. Ni las instituciones ni el ciudadano están en posibilidades de reclamo alguno ante posibles abusos de poder. Es el “gobernar” sin gobierno, algo que se quiere presentar como un avance político sin precedentes y un inusitado triunfo de la democracia liberal ilustrada y moderna, al ir dejando gran parte de las funciones del Estado en manos de la sociedad civil. Pero este avance está emparejado con el desmantelamiento económico del Estado, a favor de empresas transnacionales, mediante procesos de privatización muy cuestionadas por su falta de transparencia y raquíticamente defendidas con la tesis del “orden espontáneo” y la autorregulación del propio mercado bajo las manos invisibles de la oferta y demanda.
En otras latitudes del mundo también existen similares esfuerzos, como el TlC (Tratado de Libre Comercio, en América Latina), el MERCOSUR, el ASPAC (Asociación para el Comercio del Sudeeste-asia-Pacífico) y el ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), etc.
La Ciencia Política, Derecho y disciplinas afines se han dedicado al tema de la gobernanza, prescindiendo u olvidando –de momento- el sustrato económico, reduciéndolo a tópicos gerenciales o managment puro. Así la gobernanza es presentada como un proceso en la que las normas, procedimientos y conductas del ámbito político se adecúan a una nueva realidad de redes sociales y necesidades de legitimación del Estado. Esta es una posición utilitaria, nada realista por tanto inconsistente; pues es abiertamente notorio su desbalance a favor de quien ostenta el poder y no busca desarrollar modelos igualitarios y democráticos. Son, en todo caso, propuestas de modelos de la economía neoclásica que pretender aplicar costos de transacción a los procesos de democratización y legitimación del Estado-social.
Recordemos que la gobernanza fue descubierta por la economía y precisamente por el gerenciamiento de costos. Su traspaso al plano de las políticas pública ha sido y sigue siendo en ese sentido, a pesar de los diferentes discursos aparentes o encubiertos. Ese “ruido” celestial y bienintencionado busca la eficacia de las normas, procedimientos y conductas políticas; en pocas palabras, busca la eficacia económica de la democracia. Aunque este rasgo no es el único que distingue a la gobernanza sino las otras eficacias directas del managment de costos (sin la intermediación del Estado).
Al margen de todo, existen otras gobernanzas que surgieron como respuesta a circunstancias adversas en la que la responsabilidad de Estado no acudió a las necesidades y que son muy diferentes a las promovidas desde el Estado para canalizar la participación ciudadana . Recuérdese que las gobernanzas reticulares surgieron buscando la legitimación del Estado. En cambio, esta última forma va avanzando como un modelo de gestión de redes desde los grupos sociales; son las organizaciones-gobernanzas que sobrepasan la oferta de atención pública, sus demandas tienden a ser atendidas por ellos mismos. Ejemplo de ello son las víctimas de la violencia de género y las del terrorismo -como las cocinas populares que en África y Latinoamérica funcionan para mitigar el hambre- donde el Estado siempre será deficitario y la demanda insaciable.
A estas gobernanzas yo las llamo: anascópicas, por su procedencia popular, su visión “desde abajo” y para beneficio de “los de abajo”, por su carácter horizontal dialógica y por sus características de “redes sociales”. Estas existen en el ámbito nacional como en el internacional, surgen desde la población afectada. A las que surgen desde el Estado, las grandes corporaciones e inclusive los organismos internacionales se las denomina reticulares, porque sólo desde una relación horizontal son posibles, pero mantienen esa perspectiva vertical -manifestada por sus intensiones- de legitimación del sistema social imperante, tienden a mantener el status quo.

1 comentario:

Sangil dijo...

Muy interesante e incisivo tu análisis de la gobernanza, Alejandro.

Me satisface saber que sigues trabajando en el blog.

Saludos de tu excompañero Antonio